jueves, 5 de julio de 2012

Antología twistera (7): En busca de la felicidad: la serie completa

Para todos aquéllos que no hayáis seguido los artículos de esta serie, unos de los más leídos en la pequeña historia de este blog, aquí podéis disponer de la serie completa en un solo artículo:

Gestionando su atril, el escrablista es un ser en busca de la felicidad, del paraíso prometido en el turno siguiente si conseguimos dar con la combinación precisa de equilibrio, versatilidad y fortuna que transforme esa promesa en un scrabble con cara, ojos y su correspondiente lugar sobre el tablero.

Os proponemos esta vez un juego en forma de test, desde cuyos resultados poder sacar algunas conclusiones positivas con las que mejorar en el juego. De los siguientes atriles, si pudieras deshacerte sobre el tablero (o devolver a la bolsa) las fichas necesarias para quedarte con tu atril ideal, ¿cuál sería éste? ¿Con qué resto de atril te quedarías en cada caso para tratar de conseguir scrabble en el turno siguiente?

Enviad vuestras respuestas como comentarios a esta entrada (estos comentarios no serán publicados) antes del lunes 9 de abril de 2012 y entre todos podremos componer un bonito y productivo estudio sobre la gestión del atril en el juego. Además, estableceremos un sistema de puntuación basado en un objetivo análisis de probabilidades y conformaremos una clasificación de los participantes en el juego.

1. S-RR-A-F-C-E-D
2. E-S-X-O-P-O-C
3. A-Z-F-Y-A-O-E
4. E-O-E-U-S-A-Z
5. I-R-P-N-M-A-CH
6. B-Q-M-U-P-U-I
7. A-L-A-H-J-E-O
8. A-O-A-R-U-R-U
9. U-N-S-I-C-Z-S
10. N-O-A-F-N-E-Z
11. E-O-A-Q-A-L-G
12. O-R-I-L-A-O-O
13. F-A-C-P-I-T-D
14. I-RR-E-N-C-T-I
15. R-Ñ-E-O-R-U-E
16. E-E-D-O-O-A-N
17. I-R-X-N-E-S-C
18. O-U-P-A-M-S-B
19. A-T-Y-E-U-C-U
20. L-E-A-I-I-N-E

*  *  *

EN BUSCA DE LA FELICIDAD (2): LA FRECUENCIA DE APARICIÓN EN EL IDIOMA

Hace unos días planteábamos el problema que aparece en esta entrada. La participación no ha sido muy elevada y mucho nos tememos que este hecho es fruto de que algunos lectores del blog han podido tomárselo demasiado como un examen, en el que podían sentirse evaluados y comparados con otros. Lo cierto es que nos hubiera gustado haber obtenido una mayor participación, para poder extraer unos resultados estadísticos que nos permitieran analizar las distintas maneras de pensar y enfrentarse a los distintos atriles en aras de tratar de conseguir scrabble en el turno siguiente. De esta forma, ampliamos el plazo para vuestra participación, en tanto que esta entrada se dividirá en tres capítulos que se presentarán en esta y las próximas dos semanas.

Podéis enviar vuestras propuestas como comentario a ésta o a la entrada original. Vuestras respuestas no serán publicadas, para no condicionar así las propuestas de otros participantes.

En la búsqueda del resto de atril ideal para tratar de conseguir scrabble en el turno siguiente, son tres los factores principales a tener en cuenta y en el equilibrio entre ellos se encuentra la piedra filosofal de la gestión del atril: la frecuencia de aparición en el idioma, el equilibrio entre vocales y consonantes y el número de fichas que componen el resto de atril.

FRECUENCIA DE APARICIÓN EN EL IDIOMA:

Todos sabemos que una A en el atril es mucho mejor que una Q, por pura intuición. Esto es porque sabemos que la A forma parte de un mayor número de palabras en español que la Q, aunque a veces podemos no saber si es mejor una O que una I, una R que una N, una Ñ que una X...

EQUILIBRIO ENTRE VOCALES Y CONSONANTES:

Por muy buenas letras que contenga, un resto de atril con A-E-N-E-A suele ser a menudo peor que un resto A-B-C-E. El segundo de ellos contiene B y C, letras mucho menos versátiles y con menor frecuencia de aparición que la N, pero, al menos, éste es un atril equilibrado y, por tanto, probablemente con mayor garantía de convertirse en scrabble en el turno siguiente.

CANTIDAD DE FICHAS DEL RESTO DE ATRIL:

Un resto de atril suele tener mayor garantía de éxito cuanto mayor número de letras contiene, ya que, siempre que cumpla las dos anteriores premisas (presencia idiomática y equilibrio) la incertidumbre resultante del acto de extraer fichas de la bolsa se reduce proporcionalmente al número de fichas por robar.

Esta semana analizaremos el primero de los tres factores, la FRECUENCIA DE APARICIÓN EN EL IDIOMA.

En cuanto a las vocales, probablemente la gran mayoría de nosotros no tengamos demasiadas dudas: la A es mejor letra que la E, ésta es mejor que la I y la O y éstas dos son mejores que la U. Pero, por ejemplo, ¿qué letra es mejor, la I o la O?

Si atendemos a lo que dice la fría estadística, la I participa sólo en un 93% de palabras de 7 y 8 letras (los scrabbles más típicos en el juego) respecto al 100% en que fijaríamos la participación de la O. Sin embargo, tengamos en cuenta que dos oes en el atril suelen ser un problema y tres oes son directamente un desastre. Con tres oes apenas contamos con los a menudo desconocidos e improbables ROMPOPO, SOMPOPO, ZOMPOPO y OLOPOPO, unos pocos verbos, algunos adjetivos acabados en -OSO y las típicas terminaciones en -ÓLOGO, que son muy dadas a escapársenos a la hora de buscar el scrabble. Sin embargo, en muchas ocasiones puede lidiarse con dos o incluso tres íes, especialmente si contamos adicionalmente con A y R, pues contamos con la valiosísima terminación -IRÍA (la cual, si le añadimos una S, podemos transformar en -IRÍAIS).

¿Tiene sentido, verdad? Pues la estadística nos quita la razón, porque la I se queda entonces, en estos casos, en porcentajes de aparición respecto a la O del  79% (con dos de éstas repetidas) y del 90% (con tres repetidas), aunque, claro, siempre será más sencillo conocer y/o encontrar scrabbles acabados en -IRÍA o -IRÍAIS (pues conocemos muchos verbos de la tercera conjugación) que, por ejemplo, adjetivos acabados en -OSO (¿cuáles aparecen en el diccionario y cuáles no?), o sustantivos acabados en -ÓLOGO (probablemente uno de los sufijos en que más cuesta pensar a la hora de afrontar la cocción del scrabble).

Y, en cuanto a las consonantes, ¿cuáles son las mejores, cuáles aquéllas con las que se puede lidiar y cuáles las que definitivamente nos dan más problemas que satisfacciones? Aquí, la mayoría estamos de acuerdo en que S, R y N son las mejores, entre otras cosas porque permiten la formación de gran cantidad de terminaciones verbales. La S es la absoluta reina del juego (porque, además, genera los plurales), seguida a corta distancia de la R (que, además, se alía muy bien con muchas consonantes: -BR-, -CR-, -DR-, -FR-, -GR-, -NR-, -PR-, -RB-, -RC-, -RD-, -RG-, -RJ-, -RL-, -RM-, -RN-, -RP-, -RS-, -RT-, -RZ-, -TR-) y, algo más lejos, la N, (que se ofrece a los gerundios y terceras personas del plural, así como también a muchas alianzas consonánticas). Hasta aquí, bastante claro, pero, después de éstas, ¿cuáles siguen?

El siguiente grupo en orden de frecuencia (entre el 40% y el 50% respecto a la todopoderosa S) está compuesto por cuatro letras, encontrando la primera sorpresa en una de ellas a la que los escrablistas solemos no tener especial aprecio. En este orden, tenemos a T, C, D y L.

La T y la C forman parte de gran cantidad de palabras en español (sólo tenemos que ver la cantidad de páginas que ocupan en el DRAE en papel las palabras que comienzan por estas letras). Andan casi a la par en participación y la T además se ofrece a las terminaciones en -ASTE, prefijos en ANT-, ENT-, INT-, TRAS-..., aunque la C también en los prefijos CON-, que son bastantes. La T se asocia muy bien especialmente en las combinaciones -CT-, -LT-, -NT-, -RT-, -TR-, -ST-, -XT-, mientras que la C lo hace en -CC-, -CL-, -LC-, -NC-, -CR-, -RC-, -SC-, -CT-, -XC-. Como vemos, son dos consonantes muy parecidas en su versatilidad y presencia en el idioma.

La D tiene una presencia muy similar a la de la T, especialmente por las terminaciones del imperativo (-AD, -ED, -ID) y el participio (-ADA, -ADO, -IDA, -IDO). Sin éstas, su presencia en el idioma sería algo inferior. Es por eso que la recomendamos especialmente en restos de atril que contengan I, O y/o una o varias aes. De no ser así, puede incluso llegar a convertirse en una letra incómoda.

La L, letra poco querida por muchos de nosotros, tiene una mayor presencia idiomática que otras como M, B, o P, duplica la presencia de la G, cuadruplica la de muchas otras e incluso tiene una mayor presencia que la de las siete últimas consonantes juntas. Pensemos que, además, ayuda en la limpieza de atriles con exceso de consonantes, gracias a las combinaciones -BL-, -LB-, -CL-, -LC-, -LD-, -FL-, -LF-, -LG-, -GL-, -LH-, -LJ-, -LM-, -LN-, -LP-, -PL-, -LS-, -LT-, -LV-, -LZ-. Vistas todas sus posibilidades, ¿aún sigues pensando que la L es una mala letra?

A escasa distancia de la L tenemos el grupo formado por M, B y P, con la primera de ellas destacada sobre las otras dos. La B, además, es muy útil para buscar la terminación -ABA, así que, si disponemos de dos o más aes en el atril, puede llegar a ser una letra realmente importante. M, B y P combinan muy bien entre sí (-MB-, -MP-) así como con otras, especialmente con L y R (-LM-, -RM-; -BL-, -LB-, -BR-, -RB-; -LP-, -PL-, -RP-, -PR-). Suele ser esta capacidad asociativa, limitada pero profusa, la que les concede una versatilidad y frecuencia idiomática que las sitúa en el límite de lo que podemos considerar las "buenas consonantes". De esta forma, podríamos decir que, respetando el orden de presencia idiomática, las mencionadas hasta ahora serían las consonantes que mayor número de scrabbles nos concederían.

No obstante, debemos tener especial cuidado a la hora de seleccionar para nuestros restos de atril letras del grupo T, C, D, L, M, B, P, todas ellas versátiles, pero que tomadas de tres en tres pueden llegar a suponer un verdadero problema en el atril. Es por esto que nuestra recomendación es intentar no quedarnos con dos de estas letras en un mismo resto de atril, pues una tercera de este grupo limitará muchísimo nuestras opciones de conseguir scrabble.

Con un 22% de frecuencia respecto a la S aparece la G (no es tan temible como muchos pensábamos). Con entre un 10% y un 13% tenemos, por orden de importancia, a CH, F, V, J, Z y RR. Con entre un 5% y un 8% aparecen LL, H y Ñ. Y, con entre un 2% y un 4% cierran la lista Q, Y y X. Respecto a estos últimos grupos, cabe considerar que CH, J, Z, LL, H, Ñ y X son especialmente útiles pues, en el caso de no conseguir formar parte de un scrabble, siempre podrán concedernos con facilidad una alta puntuación con palabras cortas jugadas en paralelo. En menor medida, F, V e Y cumplen el mismo objetivo, mientras que RR y Q se verían rezagadas en tanto que la primera necesita siempre de una vocal a cada lado y la segunda precisa de una U y de una I o una E (salvo contados ejemplos como QUASAR, NEQUAQUAM, QUORUM), y que jamás podrán ser jugadas en paralelo (salvo la RR en contadas ocasiones, en que se ubique con fortuna entre vocales ya jugadas sobre el tablero).

Ahora quizás ya sepamos algo más acerca de qué fichas quedarnos y cuáles desechar a la hora de intentar componer un buen resto de atril. La semana que viene acometeremos los dos siguientes pasos para acercarnos algo más al misterio del resto de atril ideal.

*  *  *

EN BUSCA DE LA FELICIDAD (3): EQUILIBRIO Y CERTIDUMBRE


Decíamos en capítulos anteriores de esta serie de entradas que, en la búsqueda del resto de atril ideal para tratar de conseguir scrabble, debíamos cuidar tres aspectos en el resto de atril: la presencia idiomática de las fichas que lo componen, el equilibrio entre vocales y consonantes y algo que podríamos llamar "principio de certidumbre". Vamos hoy con los dos últimos elementos de esta ecuación.

EQUILIBRIO ENTRE VOCALES Y CONSONANTES:

Por mucho que las fichas que nos quedemos puedan llegar a ser las más importantes en cuanto a presencia idiomática, debemos intentar que, al mismo tiempo, nuestros atriles sean equilibrados. Por ejemplo, restos de atril como los siguientes contienen algunas de las mejores fichas en el juego, pero son desequilibrados y, por lo tanto, con pocas garantías de éxito:

A-E
R-N-S
E-E-E-R-R-R

Los dos primeros apuntan a una alta probabilidad de que nuestro siguiente atril sea descompensado. Pensemos que, en el primero de ellos, sólo nos daría un atril equilibrado el robo de tres o cuatro consonantes, mientras que el robo de ninguna, una, dos o cinco consonantes (el 66% de las opciones posibles) arrojaría un atril descompensado. En el segundo caso, nuestras opciones de éxito son de un 40% si atendemos únicamente a un criterio matemático, aunque este porcentaje se reduce si tenemos en cuenta que en la bolsa hay en realidad menos vocales que consonantes. El tercer ejemplo, compensado en términos de equilibrio entre vocales y consonantes, es no obstante un atril con muy poco equilibrio, pues contiene letras repetidas que reducen el número de palabras de siete y ocho letras que podemos aspirar a formar.

Y, si deberíamos intentar quedarnos siempre las mejores fichas, ¿qué fichas añadir a las mejores para procurar restos de atril más equilibrados? Pues aquí cada uno debe marcar su propio límite. Atendiendo a esa presencia idiomática de la que hablábamos la semana pasada, podríamos recomendar añadir a las letras del primer ejemplo de resto de atril (A-E) una o dos de entre las siguientes, en este mismo orden: S, R, N, T, C, D, L, M, P o B. En el caso de que las consonantes disponibles en nuestro atril no sean tan versátiles como ninguna de éstas, podríamos optar por quedarnos alguna que podría darnos buenas jugadas en paralelo, tales como J, Z, LL, H, Ñ o X. En el caso de que no podamos aspirar a quedarnos con otras más versátiles, estas letras no sólo nos darán la capacidad de formar una jugada de alta puntuación en paralelo, sino que en muchas ocasiones estarán mejorando nuestro atril, que perderá un tanto en presencia idiomática, pero ganará mucho en equilibrio.

A la hora de aprender a buscar el equilibrio en el atril, resulta muy interesante recordar las consideraciones respecto a letras que pueden funcionar muy bien cuando se asocian. Por ejemplo, A-E-E-N-S no es en realidad un resto descompensado hacia las vocales, porque existe gran cantidad de verbos terminados en -EAR, que nos permiten la terminación -EASEN. De la misma forma, restos de atril como E-O-C-N-R o E-N-R-T son más equilibrados de lo que puede parecer, porque permiten las combinaciones consonánticas -CR-, -NC-, -NR-, -NT-, -RT- o -TR-, e incluso -NCR- o -NTR-.

PRINCIPIO DE CERTIDUMBRE

Los principios de certidumbre y de presencia idiomática parecerían ser contradictorios, pero realmente se comportan más bien como complementarios. Se sitúan a ambos lados de una cuerda imaginaria, tirando de ella en direcciones opuestas, y saber encontrar el justo equilibrio entre ambos contiene buena parte de la clave del éxito en la gestión del atril.

Hay un ejemplo muy sencillo que sirve para visualizar la influencia de ambos principios en nuestras decisiones en torno a los restos de atril. Pensemos en el mejor resto de seis fichas que podríamos quedarnos: ¿A-E-E-N-R-S, por ejemplo? Bien, pues con esta excelente combinación únicamente podemos optar a formar algo menos de 1000 palabras distintas de 7 u 8 letras. Es una cifra aceptable, pero, claro, no siempre podremos optar a este magnífico resto de atril y, con otros no tan bondadosos, esta cifra puede llegar a reducirse mucho. Si, por ejemplo, quitamos una E (quedándonos con A-E-N-R-S), estaremos optando a algo más de 3600 palabras de 7 u 8 letras, pero esto no significa que este resto de atril sea mejor que el anterior, sino simplemente que, a través de la sustracción de una letra, estamos ampliando el abanico de palabras a las que optamos, aunque, por contra, la probabilidad de que la ficha adicional que robemos tenga menos versatilidad que la E también se amplía. El abanico de posibilidades se va ampliando a medida que quitamos una y otra letra, hasta llegar a casi 83000 palabras distintas de siete y ocho letras posibles si nos deshacemos de nuestras siete fichas. ¿Significa esto que tendremos más opciones de conseguir scrabble si nos deshacemos de todas nuestras fichas que si nos quedamos con algunas de ellas? En absoluto.

Pero vayámonos ahora al extremo opuesto: tratar de mantener en el atril tantas fichas como sea posible (teóricamente seis, de forma óptima), siempre que se trate de un atril equilibrado, aunque no necesariamente versátil. Para visualizar el ejemplo, volveremos a ese excelente resto de A-E-E-N-R-S. Suponiendo que queden 93 fichas en la bolsa, cualquiera de ellas, a excepción de la Q, nos sirve para formar un scrabble de 7 letras (es decir, la única ficha que deberíamos haber devuelto a la bolsa en este supuesto es la Q). Cosa distinta es, claro está, que conozcamos o seamos capaces de dar con al menos uno de los scrabbles posibles con cualquier letra adicional, pero nuestra probabilidad de éxito en este ejemplo es de 92 sobre 93 (o de 93 sobre 93 en el caso de que hayamos devuelto la Q a la bolsa).

Pero, en tanto que no siempre podremos optar a un resto de atril tan bueno como éste, la cosa puede terminar no siendo tan sencilla como parece. Supongamos un resto de atril relativamente equilibrado y con letras versátiles, por ejemplo: A-E-E-O-S-X. Nuestro primer pensamiento puede ser: "si robo N, S o T podré tener OXEASEN, OXEASES u OXEASTE, y con una B tendré BOXEASE... Me desharé de la ficha que me sobra". El razonamiento parece muy bueno, porque, en realidad, optamos a 23 scrabbles distintos de 7 y 8 letras, y también nos servirá la R (EXORASE) y distintas combinaciones de dos letras para los 17 scrabbles de 8 letras posibles. Fijémonos en las probabilidades: con 93 fichas en la bolsa, la probabilidad de robar N, R, S, T o comodín es de 21 sobre 93 (aproximadamente un 23%). Pero pensemos también en que la probabilidad de no obtener scrabble es entonces de un 67%. Y, además, si esto lo hacemos no al inicio de la partida, sino con ella ya avanzada, nuestras posibilidades se reducirán muchísimo, pues la gran mayoría de buenas letras (como N, R, S, T o comodín) suelen jugarse en la primera mitad de la partida, quedando las menos versátiles en la bolsa, como producto de los distintos cambios efectuados. En cuanto a los posibles scrabbles de 8 letras, la probabilidad de conseguir alguno de los 17 posibles no es realmente muy elevada, pues la letra que robemos y aquélla con la que podamos cruzar sobre el tablero deben conformar alguna de las combinaciones necesarias de dos letras concretas para dar con uno de estos 17 scrabbles.

Resulta demasiado común en tableros de competición encontrar a jugadores de todas las tallas apostando, un turno tras otro, a la estrategia del "me quito una". El hecho de que en ocasiones funcione para conseguir scrabble en el turno siguiente no significa que siempre sea una buena estrategia. Deshacerse de una sola ficha buscando un puñado muy concreto de scrabbles posibles con una combinación de seis fichas como resto de atril implica, además de las limitaciones derivadas de la elección, que en nuestra jugada anterior (la de descarte de la ficha sobrante) habremos obtenido muy pocos puntos y probablemente sacrificado un buen puñado de jugadas que podrían garantizarnos puntuaciones mayores o mucho mayores. Apostar a esto un turno tras otro, si no se ha conseguido el scrabble tras uno o dos intentos, se convierte en una trampa mortal, pues, a poco que nuestro oponente consiga jugadas de 20 o 30 puntos, si no más, en unos pocos turnos habremos cavado nuestra fosa.

Los restos de atril versátiles y de pocas fichas y aquéllos con muchas fichas aunque no necesariamente con mucha versatilidad tiran en direcciones opuestas de una misma cuerda y se alían con otros "tiradores" como la puntuación inmediata y segura (el resto de atril corto y versátil), o la promesa probable pero nunca segura de un scrabble en el turno siguiente (el resto de atril largo y probablemente menos versátil).

¿A qué equipo debemos aliarnos en cada caso? En tanto que jamás sabremos qué nos deparará la bolsa en la siguiente extracción, no podemos ofrecer una respuesta clara. Es por eso que la gestión de atril se convierte en un arte con mucho de intuición y de cálculo.

*  *  *

EN BUSCA DE LA FELICIDAD (4): JUGADAS Y RESTOS DE ATRIL


¿Qué restos de atril preferiríais, de entre los siguientes, para tratar de conseguir scrabble?

A-A-O-C-D
A-A-C-T
A-A-E-C-T
atril vacío
H-L-V
G-L-T-V
D-G-L-Ñ-V
D-L-V

Si vuestra respuesta es "cualquiera de los tres primeros" o "ninguno de los cuatro últimos", significa que ya sabéis bastante acerca del juego. Pero la realidad es que, en muchas ocasiones, el juego estará condicionado principalmente por las jugadas que seamos capaces de conseguir, viéndose relegada la gestión del atril a un plano secundario. Es una de las ideas a las que nos referíamos en la anterior entrada de esta serie: si condicionamos excesivamente nuestro juego al mantenimiento del atril ideal, estaremos pasando por alto jugadas cuyas puntuaciones nos permitirían llegar tanto o más lejos que la consecución del scrabble.

Los tres primeros ejemplos corresponden a la siguiente secuencia de jugadas, obtenidas en una partida real (jugada, puntuación y resto de atril):

ASA - 9 pt - A-A-O-C-D
DUDO - 11 pt - A-A-C-T
DOM - 6 pt - A-A-E-C-T
CANTALEA - 63 pt

Es decir, restos de atril teóricamente óptimos nos han llevado a una secuencia de jugadas en la que nos costó tres turnos conseguir un scrabble y nuestra puntuación media fue de unos 22 puntos. En este caso la elección puede estar justificada, puesto que el valor de las fichas en juego era muy bajo y probablemente no permitían obtener jugadas de alta puntuación, pero, aun así, esa secuencia de tres jugadas consecutivas con la que hemos sumado sólo 26 puntos podría haber supuesto una trampa en el camino de nuestra partida.

En la misma partida, cuatro turnos después, nos encontramos con la siguiente secuencia de jugadas:

JOCHES - 56 pt - H-L-V
HERRO - 28 pt - G-L-T-V
TULLO - 22 pt - D-G-L-Ñ-V
GUIÑE - 63 pt - D-L-V
VELADAS - 79 pt

O, lo que es lo mismo, con restos de atril aparentemente catastróficos hemos conseguido sumar 248 puntos en cinco turnos, una media de casi 50 puntos por turno.

¿Debemos buscar siempre quedarnos con el mejor resto de atril posible, o debe primar siempre la puntuación posible en nuestra siguiente jugada? En este caso hemos buscado ejemplos extremos, lo que significa que, en ocasiones, la línea que separa el acierto del error puede ser muy fina y hay que invertir mucha experiencia e intuición en la decisión, si bien, ante la duda, recomendamos asegurar la puntuación inmediata.

El ejemplo del atril vacío ilustra muy bien el hecho de que la gestión de atril no es siempre necesaria para conseguir el scrabble, como podemos ver en este inicio de partida:

DESLAMAN - 62 pt - atril vacío
FOSADURA - 66 pt - atril vacío
CHaDICOS - 93 pt - atril vacío
ENROLLASE - 80 pt

301 puntos en cuatro turnos (75 por turno) tras cuatro scrabbles consecutivos, sin absolutamente ninguna gestión de atril. A menudo al juego le gusta crear estas paradojas. Es por ello que quizás tengamos que aprender a revisar nuestros conceptos acerca del papel que la gestión de atril desempeña en el mismo.

*  *  *

EN BUSCA DE LA FELICIDAD (5): EJERCICIO Y CONCLUSIONES

Iniciábamos esta serie de artículos planteando un ejercicio de gestión de atril, en el que nos hubiera gustado que participara un mayor número de jugadores, para poder obtener datos más diversos y quizás concluyentes. Muchos lectores os habéis interesado por el ejercicio, aunque muy pocos hemos participado, probablemente por la sensación errónea de estar siendo analizados en nuestro estilo de juego.

Sea como sea, los valientes que se han lanzado a ello han sido:

Horacio Ramón Moavro desde Buenos Aires, Argentina
Mariví Gil desde Bogotá, Colombia
Mercedes Mula y Pablo Pérez desde Murcia, España
Teresa Soler desde Málaga, España
Parar Gran Taxi Vacío desde El Twist del Escabel

Los análisis del ejercicio han consistido en una serie de pruebas informáticas teniendo en cuenta cada resto de atril, el tablero en posición inicial, la bolsa llena y las hipotéticas jugadas de inicio de nuestro oponente. No era el escenario que planteábamos en el ejercicio (buscar el mejor resto de atril posible para tratar de conseguir scrabble), pero sí resulta una buena forma de medir a través de un programa el acierto de nuestras decisiones. Algunos de estos resultados pueden no concordar con lo que nuestra intuición nos dice acerca de la gestión de atril, pero garantizamos que éstos son altamente fiables, por lo que tal vez nos convenga revisar algunas de nuestras ideas. En ocasiones, los resultados pueden ser mejores o peores porque nos hayamos quedado con pocas o demasiadas letras; en otras, lo serán por haber guardado poco o mucho equilibrio, o por prestar demasiada atención a éste; y, en otras, por habernos quedado con letras poco o muy versátiles, o por haber prestado poca o mucha atención al resto de parámetros en busca de la versatilidad. Es por eso que decimos que encontrar el equilibrio justo es todo un arte, y por lo que presentamos ahora los resultados sin entrar en valoraciones, dejando la extracción de conclusiones en manos de cada uno.

1. E-A-C-D-F-RR-S
   Mejor resto propuesto: A-E-C-D-S (Horacio y Mercedes)
   Peor resto propuesto: A-E-D

2. E-O-O-C-P-S-X
   Mejor resto propuesto: E-O-C-S (Horacio, Mercedes, Teresa y Parar)
   Peor resto propuesto: E-O-C-P-X

3. A-A-E-O-F-Y-Z
   Mejor resto propuesto: A-A-Z (Parar)
   Peor resto propuesto: A-A

4. A-E-E-O-U-S-Z
   Mejor resto propuesto: A-E-S-Z (Horacio y Teresa)
   Peor resto propuesto: A-E-S

5. A-I-CH-M-N-R-P
   Mejor resto propuesto: A-I-CH-N-P-R (Mariví)
   Peor resto propuesto: A-I-N-R

6. I-U-U-B-M-P-Q
   Mejor resto propuesto: I-M (Parar)
   Peor resto propuesto: cambiar todas

7. A-A-E-O-H-J-L
   Mejor resto propuesto: A-A-E-J-L (Horacio y Parar)
   Peor resto propuesto: A-E

8. A-A-O-U-U-R-R
   Mejor resto propuesto: A-A-R (Horacio, Mercedes y Parar)
   Peor resto propuesto: A-A-O-U-R-R

9. I-U-C-N-S-S-Z
   Mejor resto propuesto: I-U-C-N-S (Horacio)
   Peor resto propuesto: I-U-C-S-Z

10. A-E-O-F-N-N-Z
   Mejor resto propuesto: A-E-O-N-Z (Horacio y Mariví)
   Peor resto propuesto: A-E-N

11. A-A-E-O-G-L-Q
   Mejor resto propuesto: A-E-L (Teresa y Parar)
   Peor resto propuesto: A-A-E-O-G-L

12. A-I-O-O-O-L-R
   Mejor resto propuesto: A-I-O-L-R (Horacio y Mariví)
   Peor resto propuesto: A-O-R

13. A-I-C-D-F-P-T
   Mejor resto propuesto: A-I-C-D (Horacio, Mercedes y Parar)
   Peor resto propuesto: I-A-D

14. E-I-I-C-N-RR-T
   Mejor resto propuesto: E-I-C-N (Horacio y Mercedes)
   Peor resto propuesto: E-N

15. E-E-O-U-Ñ-R-R
   Mejor resto propuesto: E-R (Pablo)
   Peor resto propuesto: E-E-O-Ñ-R-R

16. A-E-E-O-O-D-N
   Mejor resto propuesto: A-E-O-D-N (Horacio y Parar)
   Peor resto propuesto: A-E-E-O-D-N

17. E-I-C-N-R-S-X
   Mejor resto propuesto: E-I-C-N-R-S (Mariví)
   Peor resto propuesto: I-E-N-S

18. A-O-U-B-M-P-S
   Mejor resto propuesto: A-O-M-S (Horacio y Parar)
   Peor resto propuesto: A-U-M-P-S

19. A-E-U-U-C-T-Y
   Mejor resto propuesto: A-E-C-T (Horacio y Parar)
   Peor resto propuesto: A-E-C-T-Y

20. A-E-E-I-I-L-N
   Mejor resto propuesto: A-E-I-L-N (Teresa)
   Peor resto propuesto: A-E-E-I-L-N

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