Cuando muera la magia que habitaba mis dedos,
que con ellos me entierren
y en los dedos de otros me la dejen viviendo.
Cuando ya no conjugue más que un tiempo pretérito,
que, encarnándome en otros,
me dejen conjugarme en futuro perfecto.
Cuando el alma que extraje de ese tablero yermo
se diluya ese día,
que reanimen su cuerpo,
insuflándole el aire que expiró mi silencio.
Cuando acabe la vida que se esconde en el sueño,
cuando quede la bolsa vacía,
que de nuevo florezca sobre otros tableros.
Cuando muera la magia,
cuando mágicamente se construya de nuevo,
allí donde dejamos la partida nosotros,
la continuarán ellos.
Parar Gran Taxi Vacío
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